Enfrentando Enseñanzas Falsas
¿Alguna vez has experimentado la frustración de que alguien se te adelante en una fila mientras esperas? Recientemente, me encontré en una situación así. Un hombre audazmente pasó por delante de la fila, sin importarle la paciencia de todos. Mientras señalaba con el dedo al guardia de entrada, afirmaba tener una pregunta sencilla. Sin embargo, no pude evitar notar su falta de consideración hacia los demás.
Sintiéndome obligado a abordar la situación, le informé con calma que yo también tenía una pregunta, pero estaba esperando mi turno pacientemente. Sin embargo, parecía que no le preocupaba la equidad ni la cortesía común. Mientras me dirigía al mostrador, él apresuradamente lanzó su pregunta al guardia, dejándome molesto y decepcionado.
Lo que me irritó aún más fue ver su camiseta con las palabras “Solo Jesús Salva”. Qué irónico, pensé, que alguien que lleva una camiseta proclamando fe en Jesús actúe de manera tan falta de consideración. En ese momento, no pude evitar creer que este hombre realmente necesitaba a Jesús en su vida, especialmente si creía que era aceptable saltarse la fila.
Este encuentro me recordó el único capítulo del Libro de Judas, que habla de personas que hacen mucho más que simplemente colarse en una fila. Estas personas se infiltran intencionalmente en la iglesia, causando perturbación con sus enseñanzas falsas y peligrosas. Pueden parecer y hablar como creyentes devotos, pero su intención es socavar y destruir la esencia misma de una iglesia.
Los verdaderos creyentes debieron haberse sentido molestos y enojados al descubrir la presencia de estos infiltrados engañosos. Se enfrentaban al desafío de abordar la situación, pero Judas, el autor de este libro, les dio instrucciones específicas. Él quería que reconocieran que solo hay una autoridad que realmente importa: la autoridad de Jesús.
Cuando nos enfrentamos a problemas u oposición, nuestra inclinación natural es resolver el problema por nosotros mismos. Sin embargo, hay momentos en los que podemos exceder nuestra propia autoridad como seguidores de Cristo y descubrir que nuestros esfuerzos no producen una resolución duradera. Judas ofrece una visión valiosa al relatar la historia del arcángel Miguel discutiendo con el diablo sobre el cuerpo de Moisés.
“Sin embargo, estos hombres también, soñando, manchan la carne, desprecian la autoridad y blasfeman de las majestades superiores. Pero el arcángel Miguel, cuando discutía con el diablo y disputaba por el cuerpo de Moisés, no se atrevió a emitir un juicio injurioso contra él, sino que dijo: ¡El Señor te reprenda!” Judas 1:8-9 (NVI).
Aunque Miguel era un poderoso y justo arcángel, no se basó en su propia autoridad al enfrentarse al diablo. En cambio, humildemente declaró: “¡El Señor te reprenda!” Miguel entendía que solo Dios poseía el juicio justo y el poder supremo para intervenir en tales asuntos.
Esta historia nos enseña que cuando nos enfrentamos a la oposición, ya sea en el ámbito físico o espiritual, debemos recordar que es Dios quien tiene el poder de lograr una verdadera transformación. Debemos elegir nuestras palabras y acciones cuidadosamente, incluso cuando creemos que estamos en lo correcto.
En el contexto actual, muchos creyentes a menudo participan en prácticas espirituales como “atar a Satanás” o reprender varios vicios en el nombre de Jesús. Si bien estas acciones pueden proporcionar una gratificación instantánea, no necesariamente logran el cambio deseado. Judas no instruye a los creyentes a atar o reprender, sino que los anima a enfrentar y exponer las enseñanzas y maestros falsos. Sin embargo, enfatiza la importancia de hacerlo de una manera que dirija la atención a la autoridad máxima: Jesús.
Reflexionando sobre mi propio encuentro, me doy cuenta de que no seguí la orientación de Judas. Mi frustración y mi actitud de justicia propia nublaron mi juicio, llevándome a burlarme de la camiseta del hombre y cuestionar si merecía llevar el nombre de Jesús. Lo reprendí, pero nada cambió.
Esta experiencia me ha enseñado una lección valiosa. Cuando nos apoyamos únicamente en nuestra propia autoridad y palabras, podemos experimentar una satisfacción temporal al corregir a los demás, pero el problema subyacente sigue sin resolverse. Judas nos recuerda que, al enfrentar enseñanzas y maestros falsos, debemos hacerlo con la autoridad y el carácter de Jesús.
Al hacerlo, podemos lograr un cambio duradero, no necesariamente en el falso maestro en sí, sino en aquellos que nos rodean y observan nuestras vidas, buscando ver a Jesús en nuestras acciones.
Es crucial recordar que nuestras palabras y acciones tienen peso, especialmente al confrontar falsedades. En lugar de ser motivados por la justicia propia o el deseo de gratificación instantánea, debemos encarnar el carácter de Cristo y abordar estas situaciones con humildad, gracia y la autoridad que proviene únicamente de Jesús.
Entonces, la próxima vez que nos encontremos con oposición o enseñanzas falsas, busquemos abordarlas con la sabiduría y el discernimiento que Judas nos enseña. Confíemos en la autoridad de Jesús, hablando la verdad con amor y, en última instancia, señalando a aquel que posee todo el poder y la autoridad.
De esta manera, podemos navegar a través de los desafíos de confrontar falsedades mientras encarnamos el amor transformador y el carácter de Cristo, impactando no solo la situación inmediata, sino también a aquellos que son testigos de nuestra respuesta fiel.
Photo by Lukas Meier on Unsplash
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